lunes, 19 de marzo de 2012

Something on the street

De pronto volteó la mirada antes de doblar la esquina. Sería para verme? Me quedo pensando si debo seguirla pero con cada segundo que pasa, la posibilidad se torna más lejana. El sol quema la cuidad sin piedad mientras yo sigo ahí, congelado en ese instante. Todo ocurrió tan rápido pero ahora cada latido es eterno. Respiro como tratando de regresar a mi estado normal pero hace demasiada calor para lograrlo y aun falta mucho para llegar a casa. Las combis pasan y pasan, mis bolsillos se secaron apenas hace trece minutos cuando aquella anciana se me acercó suplicante. Hace catorce ya la había visto, sentada sobre un cartón en la vereda estiraba temblorosa su mano izquierda, disimulé pronto la mirada y pase justo a su lado, sentí sus dedos arrugados tocar mi camisa. No sé por que actué así a pesar de mis emociones, como si aquella reacción hubiese estado programada en mi sistema, pero fue aun más extraño cuando me di vuelta.

Pasó frente a mi, radiante y perfumada como una copa de vino, embriagando mis ojos con el andar de sus piernas, la piel de sus hombros, la perfección de su rostro, el mar de sus cabellos. Sin parpadear quedé sumido en su ser, quieto, absorto. Me pregunté si yo le parecería atractivo, aunque todo indicaba que ni se había percatado de mi presencia. Quería que me viera, al menos saborear la idea de que quizás al verme ella también me deseara. Intenté lucir interesante, sonreí, la miré fijamente, ella tan solo pasó justo a mi lado.